Arte al alcance de un click

Arte al alcance de un click

El mercado del arte se adentra en los lares del shopping online: personalización, interacción, intercambio y dinero. El valor cultural del arte se transformó en valor mercantil y bursátil hace más de 40 años y con la llegada de nuevas tecnologías y la universalidad de Internet ha dejado de vincularse al elitismo para estar al alcance de cualquiera. Arte online: un abanico politeísta.

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Década de los 60. Instalado en una Nueva York efervescente de artistas nouvelle y cultura pop, James Rosenquist –considerado uno de los abuelos del pop art norteamericano- abrió su taller en el condado de East Hampton. Rosenquist, gran amigo de De Kooning –uno de los máximos exponentes del expresionismo abstracto caracterizado por la técnica del action painting– fue a visitarlo un día a su estudio. Serían las 16:14 de la tarde y De Kooning estaba pintando. No satisfecho con su creación y en un arrebato de cólera, cogió una paleta y rasgó toda la pintura de arriba abajo. Justo en ese momento, entró por la puerta Eddie Vilder, del museo Städel y al observar el cuadro dijo: “Genial! Este va a ser tu nuevo estilo personal! Estamos dispuestos a pagarte 40.000 dólares por esto”. De Kooning, estupefacto, se dió la vuelta. Lo miró, tiró la paleta al suelo y exclamó: ”¡Dios mío, no!”.

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Década de los 70. El coleccionista Robert Scull saca a subasta 50 obras de su colección privada de arte estadounidense contemporáneo incluyendo pintura y escultura en la casa de subastas Sotheby’s. Es un momento trascendental para la historia del arte: por primera vez un coleccionista trata a su colección como una inversión y el Double White Map de Jasper Jones –que Scull había comprado por 10.200 dólares- alcanza el precio de 240.000 dólares. Al acabar la subasta, Scull concede una rueda de prensa en la que pronuncia las siguientes palabras: “Hay muy poco de estética y mucho de venta en el mundo del arte. Es una cuestión de dinero y mucha gente está preparada para pagarlo. Cuando compraba pinturas, ni siquiera conocía la palabra inversión, el arte se supone que es para otra cosa. Y, de repente, la gente se pone salvaje y lo trata igual que una mercancía como otra cualquiera. Sólo hablan del dinero. Del frío y duro dinero”.

IMG_7145 Dicho de otra manera y con las palabras textuales de Bret Gorvy, vicepresidente y codirector internacional del departamento contemporáneo de Christie’s: “Esto es un negocio, no historia del arte”. Y es que si bien desde sus inicios el arte ha sido un negocio en el que la comercialización de las obras ha sido necesaria para su existencia, no fue hasta mediados los años 80 y sobre todo en los albores del siglo XXI cuando su faceta mercantil adoptó todo su esplendor. Mientras que hace muchos siglos las obras de arte tenían un precio que dependía de los materiales empleados en ellas, hoy en día el valor de una obra de arte es mayoritariamente simbólico y en su precio influyen de manera determinante las estrategias de marketing. Párense a pensar un momento en esos selectos artistas cuyos nombres son marcas convertidas en auténticas máquinas de hacer dinero como Damien Hirst, Takashi Murakami o David Shrigley –sus dibujos de niño con mala caligrafía han causado tal furor que la gente incluso se los tatúa-. El voraz mercado del arte que necesita alimentarse constantemente poco se aleja del mundo bursátil en Wall Street. Y como cualquier negocio en busca siempre del máximo beneficio, el selecto mercado del arte ha sucumbido a la globalización y al poder de Internet, sumándose al shopping online, con precios que van desde 9 euros por un libro de retratos de Fred Ritchin, pasando por los 420 euros de las 300 fotografías edición limitada de Francesco Vezzoli -cuyos fondos serán donados a la FAI (Fondo Ambiente Italiano)-, por el módico precio de 3000 euros por las láminas de Gonkar Giatso, hasta llegar a los 16.000 euros por una única edición limitada impresa de una obra de Peter Blake.

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Con Internet, las posibilidades de venta son infinitas como también lo son sus futuros compradores. Élite y arte han ido siempre cogidos de la mano, pero con la expansión del mercado del arte en Internet cualquiera puede tener esa obra de arte que sacie su pequeño ego. Como bien retrata Robert Hughes en su documental La Maldición de la Mona Lisa entrevistando a Alberto Mugrabi, el único motivo por el que el multimillonario ostenta el título de ser el mayor coleccionista de la obra de Andy Warhol, con más de 800 piezas del artista, es comprar un pedazo de inmortalidad. Convertir a un artista en su protegido, inflar su reputación y obligar a los museos a exhibir su colección es sinónimo de reservarse un hueco en la historia. Sin embargo, con la incursión del arte en el mundo online, las posibilidades de llegar a distintos compradores se multiplican. Arte para todos los gustos y bolsillos.

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Surfeando arte

Desde páginas web como yoox.com que hasta hace poco se dedicaba tan sólo a la venta de accesorios y ropa online hasta espacios cibernéticos dedicados única y exclusivamente a arte online, artistas emergentes y otros más codiciados se abren paso y se dan a conocer. Catherine Levene, manager de digital Media en The New York Times durante siete años y actualmente cofundadora y directora de la web del mismo rotativo, lo expone en toda su crudeza: “Ofrecemos una selección de obras de arte altamente seleccionadas por los mejores conservadores y expertos del mercado. Lo que queremos es animar a los presentes y futuros coleccionistas a invertir en arte por un precio bastante asequible que va desde los 150 hasta los 8.000 euros”. Y añade: “Somos una empresa apasionada por el arte. Cuando coleccionas nuestras obras, no sólo eliges coleccionar las obras de arte de los mejores artistas del mercado, sino que estás haciendo una magnífica inversión: una inversión en el arte, una inversión en los artistas y una inversión en ti mismo”. Pero aún hay más. Además de comprar online, se puede invitar a un amigo a realizar una adquisición y así ganar 50 euros gratis en la siguiente compra, regalar una tarjeta regalo con el valor que el consumidor decida o hacerse miembro VIP para aquellos que estén dispuestos a pagar una cuota mensual de 20 euros, pudiendo gozar así de obras exclusivas y ediciones limitadas.

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Arte en el carrito de compra

En Artelista se encuentra la opción de añadir las obras adquiridas al carrito de la compra, remodelar los criterios de búsqueda por colores, personalizar y elegir el soporte del cuadro o beneficiarse de sus rebajas hasta mitad de precio en las obras seleccionadas. En ShopForArt también puede personalizarse el soporte para la obra pero además la web incluye un vídeo detallado en el que muestra cual sería el resultado final. Aunque si el coleccionista se decanta por el arte estadounidense, otras galerías de gran proyección internacional como artnet y FADA son rutas seguras para comprar y vender arte por Internet.

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Existen incluso webs como National Fine Arts que se encargan de rastrear, registrar y regular obras de arte online para preservar el derecho y la originalidad de los artistas que muestran sus obras en la web. Las posibilidades y opciones son infinitas e igual que en su momento el valor del arte como arte dio paso al valor de arte como mercancía reservada a los más elitistas, hoy día conserva su papel snob pero ampliando su repertorio hacia un consumismo de masas.

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“Saber aprovechar las oportunidades que Internet ofrece a la audiencia tales como una cobertura masiva y la capacidad de mostrar obras de todo tipo sirviéndose de distintos formatos -video, animaciones, audio, 3D, interacciones- brinda al mundo del arte la oportunidad de llegar a nuevos consumidores en distintos países, fusionando culturas y sin fronteras” opina Kevin Walker, Director del Programme Information Experience Design School of Communication del Royal Academy of Arts en Londres. “Y puesto que los artistas están al frente de cualquier novedad y tendencia cultural, Internet puede ayudar como plataforma para acelerar futuros encuentros”. Así pues, a las ventajosas facilidades de tiempo, costes y comodidad que ofrece el comercio electrónico se suma la posibilidad de acceder a innumerables obras y artistas de cualquier rincón del planeta, como en el caso de la prestigiosa web PicassoMio, que expone más de 50.000 obras pertenecientes a artistas de ochenta países, o Artfinder, con distintas herramientas y asesores que ayudan a que el comprador encuentre lo que le gusta.

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Más curioso es el caso de New Blood Art en el que se encuentra una app llamada psicometría del arte que ayuda a matizar los gustos y preferencias del comprador de una manera prácticamente científica. Kevin Walker apuntilla: “Lo más útil de todo quizás, es simplemente el hecho de ser capaz de contemplar online una gran cantidad de arte”.

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Nuevos horizontes

Hoy más que nunca, en un mercado que se expande hacia nuevos horizontes, la presencia online es prácticamente de obligado cumplimiento. Prueba de ello es el último informe de la European Fine Art Foundation (TEFAF) ‘The International Art Market in 2011: Observations on the Art Trade over 25 years’. Según él, China se ha convertido en el mercado más grande del mundo en el ámbito del arte y las antigüedades superando a Estados Unidos y poniendo fin a décadas de predominio norteamericano.

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Concretamente, la cuota de China en este mercado global aumentó de un 23% en 2010 a un 30% en el último año, relegando así a Estados Unidos con una cuota de mercado del 29%. El informe elaborado por Clare McAndrew, economista cultural especializada en el mercado de bellas artes y artes decorativas y fundadora de Arts Economics, considera esta evolución como uno de los cambios más importantes en los últimos 50 años. Reino Unido permanece en un tercer puesto con una cuota de mercado del 22% mientras que Francia, con una cuota del 6%, ocupa el cuarto lugar a una distancia considerable. Además, la globalidad de Internet ha permitido que los ciudadanos de países como China, anteriormente alejados de los circuitos de acceso al arte, dispongan ahora de un medio fácil para sus compras. Multiplicación de canales y nuevas fronteras es lo que Internet ofrece a esta nueva era del arte digital.

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Conscientes del cambio, las casas de subastas y los museos se han sumado al carro de Internet. Mientras las prestigiosas Sotheby’s y Christie’s tienen una herramienta online –mySotheby’s y Christie’s Live- para poder pujar desde casa y en cualquier rincón del mundo, los museos -que juegan el papel de catedrales de consumo, tal y como nos plantea Ritzer en su libro El encanto en un mundo desencantado- no sólo colaboran con algunas de las reconocidas webs mencionadas anteriormente como Artspace.com, sino que también cuentan con la ayuda de una magnífica herramienta que posibilita dar a conocer sus colecciones y recorrer cada uno de sus pasillos: el GoogleartProject. Desde el MOMA en Nueva York, a la Tate Modern en Londres, el Jintai Art en Beijing, el Pompidou en París o el Reina Sofía en Madrid. Gracias a esta iniciativa de Google, todos los museos del mundo y sus colecciones están al alcance de cualquiera con un solo click.

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No es oro todo lo que reluce

Un mercado que expande fronteras y una herramienta, Internet, que permite facilitar las opciones de compra a los coleccionistas y potenciar la aparición de artistas emergentes. Sin embargo, pese a la mutación que el valor del arte ha experimentado a lo largo de los años y pese a las oportunidades que Internet ofrece al mercado, algunos expertos son un tanto escépticos ante tanta transmutación. En Ebay pueden encontrarse cuadros de Miró y Dalí por 8 y 30 euros. Basta con teclear las palabras Miró painting y aparecerán algunos cuadros que dicen ser auténticos originales pintados por los maestros. Y es que como dice el refrán: hecha la ley, hecha la trampa. Mientras Mr. Walker opina que “Personalmente, mucho del arte digital es brillante en su superficie pero vacío en profundidad”, Estrella de Diego, escritora, ensayista e historiadora del arte en la Universidad Complutense de Madrid opina: “Lo que me preocupa mucho es la idea de que las colecciones de arte contemporáneo de cualquier museo del mundo van a ser idénticas porque en ellas figuran los mismos artistas, los que están todo el día en los medios y en un momento dado racionan sus apariciones como otra técnica de venta. Esta situación hace que luego alguien la aproveche y diga que todo es una puesta en escena, y yo creo que no. Lo que pasa es que es muy difícil determinar lo que es arte y lo que no lo es. Es negocio, pero no tan rentable como se cree: puede pinchar en cualquier momento. Hay muchos intereses creados, y si yo he comprado un Damien Hirst por 15 millones de dólares, no puedo permitir que baje. El mercado es como las casas. Se mantiene porque, si se cae, todo el mundo se suicidaría”. Quizás sea ese el motivo del auge del arte digital: intentar que todo el imperio que se ha creado alrededor de sus inversiones no se desvanezca como sucedió con el hurto de 12 obras maestras que en 1990 fueron robadas del Museo Isabella Stewart Gardner de Boston y nunca más se supo de ellas.

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Credits: publiqué una versión de este artículo en marzo de 2013 en Estilos de Vida -ES-, de La Vanguardia.

Photos: tomadas en Art Basel/Miami, by Anna Tomàs

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One thought on “Arte al alcance de un click

  1. Sólo he estado en la edición en Suiza, sueño con ver lo que se cuece en Miami, pues veo que va más allá de la feria…
    Fotos preciosas

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