Bette Davis, los ojos del cine

Bette Davis, los ojos del cine

Bette Davis desafió el “star system” de Hollywood. Ni sumisa ni dulce … En pantalla se mostró como era: una mujer independiente y segura de sí misma.

Su fama de actriz indómita, intratable y difícil la precedía en los rodajes, aunque tal vez fueron esas condiciones las que le permitieron triunfar en Hollywood. Tras unos comienzos desastrosos, el papel protagonista de La oculta providencia (1932) la catapultó a la fama. Poco después interpuso una demanda judicial contra Warner para poder elegir sus papeles. Acababa de nacer un mito.

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Una actriz fuera de lo común

60 años de carrera, más de 100 películas, 10 nominaciones a los Oscar y 2 estatuillas doradas son las cifras (frías) que resumen su palmarés. Pero Bette Davis fue mucho más que cuatro números.

Dicen de ella que tenía magnetismo, una fuerte personalidad, que era arrolladora. Tal vez fue una manera amable de definir a una mujer con mal carácter.

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En cualquier caso, todos esos rasgos modelaron a una actriz de raza, poco común en la época. Alejándose del glamur que tanto buscaban sus rivales, ella disfrutaba con los papeles difíciles que las otras rechazaban.

Mujer malvada en La loba; adúltera, asesina y manipuladora en La carta; despreciable en Cautivo del deseo o caprichosa y temperamental en Jezabel, Bette Davis no tuvo que combatir nunca con uno de los principales enemigos de actores y actrices: el narcisismo.

El físico jugó a su favor en esta apuesta: con 1’60 de estatura y una belleza –cuanto menos—poco convencional, dotaba de realismo a personajes que otros rostros coetáneos, como la dulce y canónicamente hermosa Vivien Leigh, no hubiesen sacado adelante con tanta credibilidad. Vivien Leigh, por cierto, le arrebató el que Bette esperaba iba a ser el papel de su vida: la rebelde Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó. Cuentan que sufrió una gran decepción.

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Amigos y enemigos

Su peculiar carácter le granjeó enemigos, muchos de ellos la flor y nata del Hollywood de los 40.

De Humphrey Bogart decía que era aburrido, además de grosero y borracho. A Errol Flynn le saboteaba las escenas “de beso” comiendo ajos antes de los rodajes. Y odió hasta lo indecible a Joan Crawford, con quien mantuvo una eterna rivalidad fuera y dentro de las pantallas. De ella dijo que el mejor momento que pasaron juntas fue cuanto tuvo que empujarla escaleras abajo en ¿Qué fue de Baby Jean? (1962).

Pero también tenía su círculo de amistades, entre las que se contaban Ginger Rogers, Henry Fonda, Spencer Tracy o Ronald Reagan. Ellos supieron ver en Bette lo que para el resto permaneció oculto: que la mujer arisca y enigmática ocultaba una mente inquieta, sensible, entusiasta y, sí, también vulnerable. Y, por encima de todo, con un gran sentido del humor. Cómo si no se explica el anuncio que publicó en Variety, tras varios meses sin recibir ninguna oferta laboral: “Madre de 3 hijos, con 30 años de experiencia en el cine, todavía animosa y más afable de lo que dicen los rumores, busca trabajo estable en Hollywood”.

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Genio y figura

Contrariamente a su trayectoria artística (unos malos inicios que desembocaron en una carrera brillante, con reconocimiento mundial), su vida privada evolucionó de una manera muy distinta.

Comenzó igual de mal, con el divorcio de sus padres cuando la pequeña Ruth Elizabeth Davis (ése era su nombre real) tenía 7 años. Su adolescencia y primera juventud no fueron mucho mejor. Recibió una educación puritana bajo el yugo de una madre dominante y junto a una hermana desequilibrada.

Tuvo cuatro maridos e incontables amantes… a cada cual peor. Maltratadores, adúlteros, camorristas, todos ellos hombres débiles. Ninguno supo (o pudo) estar a la altura.

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Tampoco la maternidad le reportó muchas satisfacciones. Sufrió 6 abortos y tuvo 3 hijos, 2 adoptivos y una biológica, Bárbara, que llegó cuando Bette contaba ya más de cuarenta años en su haber.

Años más tarde, aquella niña la describió como una mujer violenta, odiosa y alcohólica en un libro. Fue la traición más dolorosa, la mayor decepción de la vida de Bette que provocó que madre e hija nunca más volvieran a hablar.

La “reina de Hollywood”, sobrenombre que se ganó a pulso, murió prácticamente sola en París, en 1986, acompañada por su asistente personal que le aportó el cariño de una hija en la recta final de su vida.

Roland Godefroy                                               Wikimedia Commons/ Roland Godefroy

Cronología

  • Nace el 5 de abril de 1908 en Lowell Massachusetts.
  • En 1935, Bette recibe su primer Oscar por Peligrosa.
  • En 1938 recibe su segundo óscar por Jezabel.
  • En 1943 muere su segundo esposo.
  • En 1977 se convirtió en la primera mujer que ganó el premio a una carrera concedido por el American Film Institute.
  • En 1989 recibe su último premio, el Donostia a toda una vida, en el Festival de Cine de San Sebastián.
  • Muere a los 81 años, el 6 de octubre de 1989 en París.

Dato:

La cantante Kim Carnes le dedicó su hit en 1981, Bette Davis eyes.

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