“Leo (DiCaprio) se pasa por mi estudio algunas noches. Trae sándwiches de Fat Sal’s con salami, jamón, provolone, pimientos, lechuga e incluso patatas fritas, y nos ponemos a hacer cerámica hasta altas horas de la madrugada (…) Desde que rodamos juntos Érase una vez en… Hollywood hemos forjado una especie de hermandad que valoro mucho, la verdad”, revelaba Brad Pitt al periódico inglés The Sun el verano pasado. Declaraciones de las que se hicieron eco revistas como GQ, Vogue, Tatler e incluso The Wall Street Journal.
“¿Por qué debería sentir que la cerámica es algo femenino? Es decir, ¿Si tengo la casa llena de plantas, tengo que caer en estereotipos así? ¿Y si me gusta ir a subastas de joyas? ¿Acaso los hombres no podemos llevar joyas?” Así de claro lo deja el también actor Bradley Cooper.
DiCaprio y Pitt son ya apodados como Bromance sculpture, dado que, como exponía The Sun, algunas piezas podrían salir fácilmente al mercado. Sin embargo, para Brad Pitt se trata de otra cosa. Cuando se divorció de Angelina Jolie, el actor galardonado con premios como el Oscar, los Globos de Oro y los BAFTA, explicaba a GQ sus inicios con la arcilla, el yeso o la madera. La alfarería, un método de comunicación mediante un material, le conquistó: “Es muy solitario, pero muy beneficioso (…) Creo que fue Picasso quien habló sobre el momento de mirar un objeto que después se graba en el lienzo, que ahí es donde sucede el arte; para mí está siendo un momento de sentir la emoción al alcance de mi mano”.
La cerámica es, al igual que otras artes manuales, una actividad definida, ya en la era mesopotámica, como terapéutica. Según muchos profesionales de la psicología, el trabajo manual reestructura el cerebro generando nuevas conexiones cerebrales, a la vez que mantiene la mente libre del estrés diario. Para muchos de sus practicantes la cerámica, además, tiene la virtud de ponerles en contacto con un material tan primigenio como la arcilla mientras que, al girar el torno, se produce una sinergia que enfoca la mente únicamente hacia la creatividad.
Así lo vive también Lady Amelia Windsor, nieta de Eduardo de Kent, primo hermano de la actual reina de Inglaterra, Isabel II, que recibe clases de cerámica en el estudio Pottery de Londres. “Me ofrecen una experiencia meditativa e increíblemente terapéutica”, exponía el pasado marzo en una entrevista a The Sunday Times. Victoria de Suecia colgó a finales de enero de este año una foto de ella en Instagram demostrando sus habilidades con la arcilla en una visita oficial a Escania, provincia famosa por su tradición en la alfarería.
La tradición, curiosamente, se aúna con el mundo más millenial, con actrices y deportistas, desde Macarena García a Serena Williams, a la vez que con los que buscan escapar de la rutina más tecnológica. Es el nuevo yoga, en palabras del actor y productor de cine canadiense Seth Rogen. “Ya no se trata de un paso más en los fenómenos slow o handmade, es algo que vivo en propia carne en un formato en el que puedo sentirme yo, y aceptar ese yo; incluso aprender a amarlo”, expone Rogen.
Una tradición que era considerada generalmente como un arte menor, hasta que hace un par de décadas varias galerías y museos decidieron incluir piezas de cerámica o de artistas que trabajan en cerámica en sus espacios. El canal han sido los países escandinavos, con firmas como Ipsen, Geertsen o Kaldahl.
Establecido en Vic, Roger Coll dejó a los 30 años su trabajo como aparejador para lanzarse a la cerámica. “Es mi forma de comunicarme, de expresar lo que siento. Si fuera bueno con la palabra o en la cocina sería escritor o chef. En ese sentido, si el arte es como las palabras de mi propio lenguaje, los términos como escala, textura o color son elementos que ayudan a establecer el tono y a enviar el mensaje”.
Coll, que expone en galerías en Londres, Tokio, Amberes, Los Ángeles e incluso Beirut, ve la cerámica como el vehículo para hacer lo que realmente le apasiona: escultura. Desde que hace años lo seleccionaron para exponer en la Ceramic Art London, ha ido dando rienda suelta a ese “álbum o menú” en arcilla tan sugerente, con tactos rugosos, de terciopelo, con acabados en esmalte y evidentemente con mucho color. Fue incluido en el libro New Way Clay: Ceramic Design, Art and Architecture y así dio el saltó a California, con la galería The Future Perfect. Ahora incluso recibe encargos privados. “La cerámica me permite entrar en contacto con la tierra. A veces no sé porque uso un color u otro, pero supongo que es eso, mis esculturas son mis palabras, mis sentimientos y toman distintos tonos y registros”, explica.
El sentido del tacto es una de las experiencias más vitales y fundamentales del ser humano desde el momento de su nacimiento, por eso la utilización de la arcilla como material en contacto con la piel desarrolla un contacto lúdico entre la materia y la persona que la trabaja.
Lúdico pero muy íntimo. Como explica la periodista y amante de la cerámica, Flavia Codinas, la cerámica es su pequeño y gratificante refugio. “Al principio no quise compartir con nadie que iba a clases de cerámica. No quería que nadie condicionara mi experiencia. Venía de estudiar Periodismo pero siempre miraba con reojillo, incluso con ciertos celos sanos, a quienes habían hecho Bellas Artes o carreras más artísticas. Al empezar cerámica lo sentí como una forma de ritual, más tangible que todos mis trabajos como periodista digital. Cuando sumerjo mis manos en el barro, me sumerjo a mi misma. Nunca lo imaginé así, y encima, te llevas algo sumamente gratificante: un bol, una taza, un jarrón, un plato… físico y creado de la nada por ti. Siento que puedo, con la arcilla, canalizar mi parte más creativa y he creado Oh Julivert, un portal para encargos particulares y para construir piezas pensando en los que quiero.
No hay duda, la cerámica, con la práctica, mejora la autoestima al lograr que el artesano se sienta capaz de crear piezas de cerámica que expresan las emociones y los sentimientos encerrados en su interior.
Asimismo, uno de los motivos que está contribuyendo al auge de la asistencia a talleres de cerámica es el aspecto ecológico y sostenible de esta actividad. Crear objetos a partir de un material natural, que ayuden a reducir la contaminación por plástico que sufre el planeta, es un aliciente para muchas personas.
Así, han surgido muchos movimientos en todo el mundo, como Más cerámica, menos plástico, fundado el año 2014 por la alfarera italiana Lauren Moreira, con el objetivo de concienciar a una sociedad cada vez más consumista de la necesidad de utilizar objetos elaborados a partir de materiales naturales en vez del plástico que, una vez desechado y al no ser biodegradable, tarda cientos, o miles, de años en desaparecer de nuestro planeta.
Aprender no es tan fácil como parece en la película Ghost, con Demi Moore y el fallecido Patrick Swayze. “Manejar la rueda implica aprender a centrar la arcilla, pero luego la arcilla comienza a centrarte a ti”, explica la artista Lara Zilibowitz.
“A ver si Quentin (Tarantino) se une un día. Con su capacidad de crear guiones increíbles, intuyo que sus piezas serían algo descomunal”. Si lo dice Brad Pitt, que ha estado en varias de sus películas, no hay duda que nos hallamos ante una apuesta segura.
by Anna Tomàs