Esta pequeña antilla destaca por su crisol de culturas entre playas de agua cristalina y arrecifes de coral. Un paraíso para evadirse del caos mundano y disfrutar de los deportes acuáticos
Maldivas, Bora Bora, Fiyi, Seychelles, Bali, Bahamas… La lista de playas paradisíacas del mundo es conocida por todos, ansiosos de pasar unos días bajo el sol y en playas de arena blanca y aguas de color turquesa. Sin embargo, muchas de ellas se han convertido en destinos muy turísticos y otras no son las más recomendables ni para viajar con niños ni si uno lo hace solo. Pero hay un destino recóndito, uno de los más hermosos del mundo, que sigue sorprendiendo a quienes pasan unos días entre sus maravillas naturales: la isla de Aruba, situada a 29 quilómetros de Venezuela.
Si bien hasta 1986 formaba parte de las Antillas Holandesas, tras haber sido descubierta en 1499 por el explorador español Alonso de Ojeda, actualmente es una isla autónoma. Eso sí, todos los ciudadanos de Aruba tienen pasaporte holandés, lo que ha hecho que cuente con un sistema de educación y de defensa sumamente desarrollados. Como resultado, es una isla sumamente segura y además ya casi un 80% de la población está vacunada frente a la covid-19.
A menudo los arubianos dicen que Dios ha bendecido a su isla y con toda razón. Está alejada de la zona de huracanes y disfruta de más días de sol que cualquier otra isla del Caribe. “Los autóctonos hemos hecho que Aruba sea conocida como la isla de la felicidad: One happy island. Una sociedad multicultural y multilingüe, donde hablamos español, holandés, inglés y el criollo papamiento. Si le sumas el sol y las playas caribeñas tanto para bañarse como para realizar deportes acuáticos, esta tierra es un paraíso”, nos cuenta Miguel Van Der Velden, nacido en Aruba y establecido en nuestro país.
Explosión multicultural
En total, son más de 90 las nacionalidades y grupos étnicos que conviven en Aruba, muchas de origen europeo o asiático, y cada cultura y tradición ha encontrado su lugar entre el respeto y la tradición. Muchos de los afortunados que han visitado la isla destacan la amabilidad de su gente, siempre dispuesta a descubrir al visitante las sorprendentes maravillas naturales que esconde la isla.
Esta explosión multicultural tiene también su eco en la comida, que fusiona sabores de varios países con los productos típicos del mar y del trópico. En muchos puntos de la isla venden cocos frescos recién cortados como entrante a todo tipo de plato criollo. Nos lo explica Eric Solerdelcoll, diseñador y artista catalán que recientemente visitó la isla: “Recomiendo pararse en faro California y pedir un coco. Primero bebes su rico jugo y después puedes comer la carne suave como un huevo hervido. No hay cosa más buena. Otro tentempié imprescindible de camino a la playa son los pastechi, deliciosos panes dulces con diversos rellenos: de res, pescado o gambas”.
Las playas más paradisíacas
El litoral de Aruba destaca por sus aguas cristalinas y cuevas recónditas rodeadas de riscos de piedra caliza. Además de playas de aguas tibias sin corrientes peligrosas, como Playa de Eagle, con sus espectaculares árboles fofoti, y Baby Beach, en San Nicolás, idóneas para el deleite de los más pequeños, Aruba cuenta con varias playas para la práctica de distintos deportes, desde Druif Beach, con servicios de motos acuáticas y muy recomendable para quienes deseen iniciarse en el bodyboard, a Surfside Beach, cerca del famoso Linear Park, con fuertes y refrescantes vientos. Deporte y relax bajo la agradable sombra de los árboles kwihi, una especie nativa de Aruba, antes de disfrutar de una preciosa puesta de sol.
El fondo marino de Aruba, con arrecifes repletos de peces de colores y vegetación abundante es ideal para los amantes del snorkel. Las playas de esta isla están en gran parte protegidas, el mar es tranquilo y los autóctonos y turistas colaboran en su preservación ecológica. “En Boca Catalina puedes incluso ver tortugas y los pelicanos vienen a rogar a los pescadores por las sobras, y en Tres Trapi hay muchas estrellas de mar”, nos cuenta Maria De Vries, bióloga marina de la Universidad de Rotterdam, que suele pasar los veranos en la isla de Aruba, cuyo nombre, probablemente de origen arahuaco, significa La isla de la concha. “Precisamente en el Parque Natural de Arikok se encuentra la famosa piscina natural de Conchi, a la que solo se puede llegar en todoterreno. Está rodeada de rocas contra las que chocan olas de agua cristalina en un espectáculo visual”, añade De Vries. El submarinismo es otra gran atracción, con 42 sitios oficiales de buceo que permiten incluso sumergirse por la noche para descubrir, por ejemplo, un barco mercante alemán de 122 metros.
“Recomiendo coger un kayak desde Surfside Beach e ir hasta una pequeña isla, de unos 20 metros cuadrados, que hay frente a la playa. Poder estar ahí solo o junto a tu pareja como si fueses un náufrago no tiene precio”, añade Solerdelcoll.
La isla, con una superficie de solo 180 quilómetros cuadrados, es fácil de recorrer en coche o motocicleta, y dispone además de un óptimo servicio de autobuses.
Parque Nacional de Arikok
Cubriendo casi el 20% de la isla, este inmenso parque que alterna zonas verdes con bahías y formaciones hechas de lava y piedra caliza es el hogar de miles de especies animales y vegetales. Arikok es también patrimonio cultural ancestral, con cuevas repletas de estalactitas y estalagmitas donde pueden observarse grabados originales de los indios Arawah, que poblaron la isla antes de que fuese colonizada por la corona española.
El parque cuenta también con una granja local de avestruces, con más de 80 ejemplares donde los niños pueden aprender cómo cuidar a estos grandes pájaros, incluso alimentarlos con ayuda de guías locales. Por su parte, el Santuario del Burro, una especie de reserva que llegó a albergar más de 1300 ejemplares, permite recorrer a pie o en 4×4 las rutas de antaño de estos animales entre cactus de grandes proporciones.
En el interior de Aruba se encuentra otro gran tesoro: las formaciones rocosas de Casibari. Se trata de grandes peñascos, con impresionantes paredes escalables, que se elevan entre la arena marfil de la isla y desde cuya altura se puede vislumbrar la naturaleza salvaje frente al azul infinito del mar.
Oranjestad: vibrante capital
La capital de Aruba destaca por los vibrantes colores de sus calles. Precisamente su nombre, Oranjestad, significa “Ciudad naranja”, y cuenta con 12 quilómetros de playas de gran belleza. La construcción de la ciudad comenzó en 1796, cuando se edificó el fuerte Zoutman para defenderse de las ofensivas piratas en la costa. Los barrios residenciales se construyeron alrededor de él, con pequeñas y acogedoras casas que denotan encanto y sencillez, con puertas de madera incrustadas y pintorescos tejados de tejas procedentes de los Países Bajos. Entre los monumentos a visitar está la Catedral de Santa Ana, construida en el siglo XVIII, una verdadera obra maestra de la arquitectura neoclásica; y el Queen Wilhelmina Park, un homenaje a la reina holandesa, que desempeñó un papel importante en el desarrollo de la ciudad.
Precisamente en Oranjestad se encuentra uno de los resorts más exclusivos de la isla, el Bucati & Tara Beach Resort (foto cover), cuyos restaurantes, Elements y Senses, son la última sensación entre locales y viajeros. El chef ejecutivo de Senses, Kelt Hugo Maat, parte de la cocina francesa para elaborar platos con influencias holandesas, noruegas e indonesias que son toda una pirotecnia de sabores. Ofrecen también menú degustación y un exclusivo brunch de cuatro platos con cata de cinco vinos.
La capital cuenta también con otros restaurantes donde descubrir la gastronomía local. “No hay que dejar de probar el mahi-mahi, un pescado riquísimo de aguas arubianas y que siempre viene acompañado con funchi, un pan frito hecho de harina de maíz”, nos indica Miguel Van Der Velden, nacido en la isla.
Otros platos imprescindibles son los estofados a base de carne de pollo o cabrito y acompañados de frijoles, la cazuela de mariscos con finas hierbas y verduras, y el keshi yena, un revuelto de pollo con vegetales que se cubre enteramente con queso gouda. Y es que otra de las especialidades gastronómicas de la isla son sus quesos, de gran variedad y sabor.
Otras opciones de alojamiento de lujo en la capital son el Renaissance Marina Hotel & Casino, con taxi acuático que lleva a los huéspedes hasta una isla privada donde deambulan libremente flamencos, y el Hyatt Regency Aruba Resort, con casi 400 habitaciones, entre ellas 16 suites con vistas panorámicas al océano azul desde esta isla donde la belleza no termina.
by Anna Tomàs