Esta prenda nacida de la más pura sastrería masculina ha sabido mantener su legado de glamur en sus versiones femeninas aportando desenfado y mucha versatilidad. Un as en la manga para todo outfit de esta primavera
“Como mujer, busco redefinir la feminidad en la casa Dior”, espetó a la prensa, casi como si lanzara un manifesto, Maria Grazia Chiuri tras ser nombrada directora creativa de la ‘maison’ francesa en 2016. Antes de ella, seis hombres habían estado al frente de esta firma que siempre quiso aportar elegancia al armario femenino.
Siguiendo la estela de Yves Saint Laurent, Chiuri ha buscado desde entonces redefinir los códigos de vestimenta y más teniendo en cuenta las reivindicaciones de los colectivos feministas y LGTBI. No hay colección de Dior en la que no veamos tanto siluetas entalladas como propuestas ‘oversize’, y, como no, adaptaciones de las prendas históricamente masculinas. Es el caso del chaleco, que sigue sin querer abandonar el panorama de las tendencias, ni siquiera con la llegada del calor. Largos, en traje, con mangas abullonadas, en patrón XL, estampados… Eso sí, en cualquiera de los formatos en los que el chaleco se presenta esta temporada no faltan dos de sus atributos esenciales: su aura intelectual y su personalidad.
Armas de mujer
¿Quién no recuerda a Melanie Griffith y Sigourney Weaver en el éxito cinematográfico de 1988, ‘Armas de mujer’? Trajes, hombreras, pantalones de pinzas e incluso zapatillas deportivas. Y, claro, chalecos con bolsillo en el pecho para un reloj con leontina, aunque ya no se llevara en esa época, en la que el oro se lucía en forma de grandes aros en las orejas. La mujer que se incorporaba al trabajo quería romper ya entonces con el techo de cristal. ¿Y qué mejor modo de hacerlo que apoderándose de la indumentaria tradicional masculina? Esta exigencia a la que seguimos aferradas hoy en día hace que sean varias las firmas, también en nuestro país, que hayan optado esta primavera/verano por seguir manteniendo el chaleco en sus más impactantes propuestas. Es el caso de las marcas españolas Yerse, Koker y Laura Bernal, con chalecos casi a modo de americana o levita y sin mangas, sumando sensualidad al traje clásico.
Escorpion, por su parte, apuesta también por el todo al blanco y el chaleco, en este caso combinado con bermudas cerradas con cordón en un aire más playero. En esta línea, pero buscando ser también un comodín para vestidos no exentos de transparencias en pro de mostrar la belleza de toda fisonomía femenina, está la firma catalana Cus, con chalecos en tonos marfil que recuerdan a los de la firma francesa Maison Margiela y la portuguesa Carolina Sobral, en este caso en tricot.
“El chaleco es una prenda que se ha reinventado a sí misma. Asignada tradicionalmente a lo masculino, lo sobrio y serio, ha adoptado con el tiempo un lenguaje del vestir mucho más amplio en el terreno femenino, con aires sexy y con mucha frescura. En el fondo, el chaleco siempre ha tenido todas las características para ser una prenda atractiva: es una pieza sin mangas, con escote y corta, ideal para el armario de mujer, pero, durante mucho tiempo estos atributos fueron vetados. Esta pieza es ideal porque acompaña y desacompaña al resto de prendas de todo look. Es el fondo de armario de la versatilidad”, expone Adriana Zalacaín, al frente de Cus, con ‘flasghip store’ en Barcelona y que viste a actrices españolas en festivales como el de Cannes. “El éxito del chaleco radica en su enorme potencial a nivel estilístico, tanto en su versión sastre, directamente sobre la piel y en combinación tanto con pantalones como con minifalda, con reminiscencias ‘sixties’ esta temporada, como en formato punto sobre blusas vaporosas. Pero, en todo caso, hablamos de una prenda que tiene ese guiño entre géneros que ha atraído a tantos diseñadores excepcionales a lo largo de las décadas y que hace que cada año sea tendencia”, añade Jaume Vidiella, estilista y director de la Escuela de Artes y Técnicas de la Moda (EATM) en Barcelona.
Funcionalidad romanticismo y mucha música
El chaleco nació durante el reinado de Carlos II de Inglaterra (1630 – 1685). Esta nueva prenda del guardarropa masculino debía llevarse bajo la chaqueta y sin mostrar las mangas, siendo una suerte de sobrecamisa. Así lo estipuló el monarca en su ley suntuaria de 7 de octubre de 1666, con el objetivo de que la nobleza hiciese gala de ahorro como muestra de respeto hacia los damnificados por la epidemia de la peste negra y el fuego que devastó gran parte de Londres en septiembre de ese año.
En esta búsqueda de disimular la ostentación de las clases altas debido a las desgracias acaecidas, Carlos II de Inglaterra topó con la extravagancia en la moda que propugnaba su homólogo francés y eterno rival, Luis XIV, el Rey Sol, que acortó la longitud de esos chalecos que casi parecían levitas e impuso una exquisitez de tejidos y estampados que, décadas más tarde, retomarían los ‘dandies’, como Oscar Wilde y, mucho después, los hippies. Así, el chaleco para hombre perdía su patronaje ceñido a la cintura, parecido al del corsé femenino, y se imponía sobre cuellos almidonados. Si evocamos imágenes del club de los 27, con Jimi Hendrix y Jim Morrison, sin duda veremos el romanticismo de los chalecos en ‘patchwork’, estampado Liberty o cuero que hoy, en clave femenina, evocan firmas como la francesa y la británico-danesa Vilshenko.
Hendrix, antes de fallecer en 1970, había manifestado su entusiasmo por el folk de Bob Dylan, otro músico que la iconografía siempre ha mostrado con chaleco, como podrá verse pronto en la gran pantalla de la mano de Timothée Chalamet, que interpreta al joven Dylan en Going Electric. La personalidad de esta prenda se estableció entonces como unisex. Es más, Bianca Jagger lució 3 piezas con chaleco en blanco en muchas fiestas de Studio 54, donde incluso apareció montada a caballo en una ocasión. Casi como un homenaje, la escandinava marca COS propone para esta primavera ese estilo de traje para la oficina, como se impondría en el armario femenino en los ochenta, para luego disfrutar de las tardes primaverales con tan solo el chaleco y cambiando los mocasines por unas ‘mules’ con tacón o unas ‘espadrilles’.
“Maria Grazia Chiuri tiene bien presente la vertiente emocional y musical del chaleco, especialmente cuando hablamos de looks femeninos. Los ‘Teddy Boys’ británicos, subcultura de los años cincuenta, pero de clase adinerada, hicieron suyo el rock’n’roll americano y lo escuchaban aportando su idiosincrasia, el allure de los tres piezas que les elaboraban a medida en Savile Row con pantalones bombachos. Crearon su estilo. Chiuri, en su colección de 2019 como homenaje a la feminidad andrógina de las ‘Teddy Girls’ de la que sigue haciéndose eco, también tenía en mente una mujer con gigantesco carisma: Marlene Dietrich con su esmoquin en la película de 1930 ‘Marruecos’, algo exquisito”, expone Anne Taylor, historiadora de la indumentaria masculina y profesora en la escuela de moda y diseño Central Saint Martins en Londres.
El chaleco de punto: aliado primaveral
El chaleco de punto, en versión micro en tejido en red o a modo de rebeca toma su inspiración primaveral en la indumentaria marinera de la flota francesa de los años veinte. Los pescadores, que se incorporaban a la armada, empezaron a llevar chalecos que tejían a mano sus familias con la técnica tricot como denominador común. Recupera ese estilo esta temporada de verano 2022 una de las firmas favoritas de Alexa Chung y Florence + The Machine, Shrimps, con sede en Londres.
También las británicas Rejina y Pyo y RE/DONE apuestan por los chalecos en punto, como también hacen en España Laia Allén y Yerse , y Susana Bettencourt en Portugal. Da igual si es a nivel monocromo o con estampado, estamos ante un as en la manga de espíritu retro con notas musicales para brillar cuando cae el sol y bailar bajo las estrellas en los festivales que nos deparan junio y julio. Precisamente con onda hip hop y rap encontramos también los chalecos a modo de poncho o sudadera sin mangas de la colección crucero de Dior.
No hay duda, el chaleco se ha postulado como una de las prendas más en tendencia esta temporada, “teniendo también presente que cada vez evitamos más las colecciones limitadas. Precisamente, en su estandarte revolucionario e igualitario, esta prenda está siendo adoptada por firmas con una clara vocación circular, y por eso está resultando tan popular. Las mujeres buscamos ropa sostenible y reivindicar nuestro rol en la sociedad”, concluye Taylor.
by Anna Tomàs