La Britmanía nació en los sesenta con la minifalda de Mary Quant y The Beatles. Hoy sigue brillando por la capacidad inglesa de huir de las imposiciones y ser irreverente.
No es posible entender la importancia de la llamada Britmanía fuera de la Gran Bretaña sin comprender lo que impulsa a esa cultura “brit”. Esa capacidad del Reino Unido para definir una identidad colectiva, un made in UK que parte de la tradición y que se apoya en la excelencia educativa de espacios como Central Saint Martins y el Royal College of Arts para generar un microclima de colaboración entre los diferentes segmentos sociales, empresariales y el propio mercado.
Así, Londres ha desbancado a París, Milán o Nueva York como epicentro de la moda por su capacidad de ser irreverente, de mezclar estilos, de combinar tradición y modernidad. Los británicos adoran las costumbres y rasgos propios, como demuestra su reverencia absoluta hacia la monarquía, pero sin someterse por completo a sus normas. Pueden combinar lo tradicional con cualquier género, como hacía el malogrado Freddie Mercury colocándose la capa de armiño y la corona al final de muchas actuaciones de Queen, sin que ello generase debate alguno. La moda londinense mezcla elementos icónicos, como los zapatos estilo Oxford o los trajes de caballero mejor cortados del mundo que se elaboran en las sastrerías de Savile Row, con las nuevas tendencias personalizadas en las it-girls que combinan ropa procedente de las llamadas charity shops con prendas Chanel y MiuMiu. El estilo del diseño británico no está predefinido, está buscando siempre el límite, la renovación, el flujo constante de la creatividad, apoyándose muchas veces en la música para encontrar la inspiración a la hora de crear sus looks.
Nacionalismo y nuevos talentos
El nacionalismo es, sin duda, un elemento esencial de la cultura británica. Respeto a las tradiciones y a las marcas emblemáticas de su país. Pero sin inmovilismos. Firmas simbólicas del estilo British han sabido renovarse sin perder ni un ápice del estilo que las caracteriza. Burberry, emblema hasta hace poco del clasicismo más convencional, ha sabido lanzar nuevas líneas para adaptarse a las demandas del público actual. Mulberry, por su parte, ha pasado de ser una marca en caída libre a liderar la moda en el segmento de accesorios con piezas como su bolso Alexa, creado especialmente para Alexa Chung y convertido en un superventas internacional.
Pero, a la vez, Londres, ciudad multicultural donde las haya, atrae a muchos nuevos talentos de todas las partes del planeta. Estos saben que ninguna otra ciudad valora tanto la autenticidad y la iniciativa.
La Britmanía, tras unos años de declive, ha vuelto con fuerza gracias a la innovación, la sinergia entre empresas y creativos y el apoyo a la personalidad dentro de la cultura empresarial.
Iconos intemporales
Botas de agua Hunter
Creadas a principios del siglo XIX por el zapatero Hobb’s para el duque de Wellington, vuelven a estar de moda tras su utilización por iconos de las nuevas tendencias como Kate Moss o Alexa Chung.
Fred Perry
Sus polos, en diversos colores y con máxima atención en el detalle y la calidad, rompieron moldes en la década de los sesenta. Hoy vuelven a ser pieza codiciada por quienes gustan de diseño y funcionalidad.
La chaqueta Barbour
Nacida en 1906, la marca sigue en la cumbre del éxito. En 1974 recibió la primera distinción real del duque de Edimburgo, a la que siguieron las de la Reina de Inglaterra y del príncipe de Gales. Y con ellas, las del público que sigue llevándolas por su elegancia, calidad y distinción.
Credits: publiqué una versión de este artículo en Q by QUADIS.
Photos: Fred Perry, Hunter, Barbour.