De musa a artista

Emilie Flöge fue la principal musa de Klimt, pero no quiso quedarse a la sombra del pintor y encontró un medio de expresión propio: la costura.

El epíteto que se le suele adjudicar a Emilie Flöge, “la musa de Klimt” es una interesante paradoja, ya que se utiliza a un hombre para identificar a una mujer que luchó por la liberación femenina. Ocurre a menudo en la historia que las mujeres quedan eclipsadas por los éxitos masculinos y si bien en este caso sus historias se entrelazan constantemente y es difícil separarlas, Emilie atesoró suficientes logros personales como para ser recordada por ellos.

El famoso pintor llegó a su vida cuando Emilie tenía apenas dieciocho años. Se convirtieron en cuñados cuando sus respectivos hermanos, Ernest Klimt y Helene Flöge, se casaron. Gustav se convertiría en invitado habitual de la familia, especialmente cuando veraneaban en el lago Attersee. Al poco tiempo, Ernest falleció y estando Helene embarazada, Gustav quedó como tutor de su futura sobrina. Esto sirvió para unirlo aún más si cabe a los Flöge. Obviamente la entrada de un reconocido artista en la vida de Emilie cuando esta empezaba a adentrarse en el mundo adulto fue una influencia indiscutible para la joven, pero no hay que menospreciar su significativo aporte a las obras del pintor, tanto por ser su musa e inspiración como por sus diseños, utilizados habitualmente por el artista en sus cuadros.

Un destino forjado

Vista en retrospectiva, parece que la vida de Emilie no podría haber seguido otro curso. Por un lado estaba el círculo de personas con las que se relacionaba: su padre, Hermann Flöge, era un ebanista conocido por su habilidad para fabricar pipas de espuma de mar, así que ella siempre estuvo en contacto con el mundo artesanal; Pauline, su hermana mayor, abrió una escuela de costura en la que Emilie pudo aprender el oficio; y Gustav Klimt llegó como un pintor en su madurez que modeló su visión artística. Por otro lado está la era en la que le tocó vivir. Viena se hallaba en su época de máximo esplendor, como capital del Imperio austro-húngaro era un remolino cultural, político y económico y la sociedad –disfrutando de los valses y las óperas– era correcta y remilgada. La contención se palpaba hasta en el arte, que era bello, por supuesto, pero debía ser perfecto y controlado. Estaban pidiendo a gritos un cambio y muchos, como Sigmund Freud y Otto Bauer lo propiciarían. El modernismo, y en concreto la Secesión de Viena (de la cual Klimt era el presidente) representaban la revolución artística y en ella encajaba Emilie Flöge con sus túnicas.

Trabajar para vivir

El taller de alta costura de las hermanas Flöge (Schwestern Flöge Haute Couture Salon) se inauguró en 1904 en el centro textil de Viena, Mariahilferstraße. Diseñado por los modernistas Josef Hofmann y Koloman Moser, rápidamente llamó la atención de las clases media y alta de la ciudad. Pauline se ocupaba de la oficina, Helene –reemplazada a su muerte por su hija de igual nombre– trataba con los clientes y Emilie se encargaba de los diseños y el taller. Ella era la que viajaba varias veces al año a París y Londres para conseguir los patrones y tejidos de Chanel, Dior y Rodier que luego redimensionaba para los cuerpos más robustos de las vienesas.

Es de suponer que el sueño de Emilie habría sido dedicarse únicamente a los “vestidos reforma”, es decir, las inmensas y coloridas túnicas con las que aparece en fotografías y retratos. Estos son los vestidos con los que Flöge aportó su granito de arena a la liberación de la mujer. En un momento en que la moda femenina se limitaba a vestidos lisos muy ajustados (con la tortura de los corsés) de colores sobrios, ella lanzó sus cómodas túnicas de infinitos pliegues y mangas anchas, que además ostentaban todas las posibles gamas de colores y mucha ornamentación en forma de bordados de flores y formas geométricas. Por desgracia el mercado no estaba preparado para esto y las hermanas Flöge tenían que comer, así que se adaptaron a la situación y paralelamente se dedicaron a la moda de la época.

Emilie siempre mostró interés por los colores vivos y los bordados, así lo demuestra su colección de retales eslovacos y de Europa del Este en general que exponía en el taller. A partir de 1935 el taller empezó a perder clientela, ya que gran parte de la misma provenía de los círculos de empresarios industriales judíos que aplaudían las ideas y obras de Klimt y que se exiliaron con el auge del nazismo. Entonces, Emilie trasladó el taller a su casa y ese mismo año lo perdió casi todo en un incendio.

El Dato:
En 1906 Flöge y Klimt llevan a cabo una sesión de fotos en plena naturaleza, hecho insólito hasta el momento. Prepararon un catálogo para el taller, con ella de modelo y él de fotógrafo. Los vestidos pertenecían a la reforma vienesa.

Cronología:

1874 Emilie nace en Viena el 30 de agosto, sus padres son Barbara y Hermann Flöge, el famoso ebanista.

1891 Helene Flöge se casa con Ernest Klimt y su hermano, Gustav Klimt, entra en contacto con la familia.

1895 Pauline, su hermana mayor, abre una escuela de costura donde Emilie da los primeros pasos en el rubro.

1902 Klimt pinta el famoso Retrato de Emilie Flöge en que ella aparece con un vestido azul de formas geométricas.

1904 Se inaugura el que sería un importante taller de costura en Viena, el Taller de las Hermanas Flöge.

1918 Klimt fallece y deja a Emilie como heredera de la mitad de sus bienes, la otra mitad es para su familia.

1938 El taller cierra, Emilie guarda la colección en su casa y un incendio la destruye.

1952 Emilie Flöge fallece el 26 de mayo de este año cuando tenía 78 años.

Credits: fotos en blanco y negro del Klimt Museum, Viena.